Así como España pasaba un momento de debilitamiento generalizado, así también tuvo los reyes menos apropiados para esos momentos. Carlos IV, sin lucidez y la energía necesaria para afrontar tan críticos acontecimientos: Los enfrentamientos con la Francia revolucionaria, luego con Napoleón, iniciándose una serie de conflictos que culminaron con su abdicación en su hijo Fernando VII. Todo en marco de los conflictos como el motín de Aranjuez, la invasión napoleónica, la masacre del 2 de mayo de 1808, etc.
El hombre fuerte de Europa, Napoleón Bonaparte, obligo a Fernando devolver la corona a Carlos IV y, este , a su vez a entregar el trono español a José Bonaparte, aunque el reinado de este no fue aceptado por el pueblo español, lo que provocó la guerra de la independencia organizada por los nacionalistas y liberales españoles, que trasladaron las cortes a Cádiz, y juraron La pepa, la constitución liberal española, que pretendió, tardíamente, dar autonomía al criollismo americano.
Tarde, porque el criollismo americano ya venía cuestionado las distintas propuestas que se daban en la metrópoli, sean estas absolutistas, francófilas o constitucionales y empezaron a plantearse la creación de estados republicanos, liberales e independientes.
Algunos focos reaccionarios (entre los que nos encontrábamos) tentaron oponerse, pero sin éxito, por lo que, como en nuestro caso, no tuvimos otra alternativa que la de constituirnos en estado soberano, aunque para lograr la republica tuvo que pasar un largo y sangriento proceso de más de medio siglo.